Entrevista a Miquel Ortega, director de orquesta, compositor y pianista
por Gema Moreno / 30 SEP 2018
LORCA SE HACE ÓPERA CON LA MAGIA DE MIQUEL ORTEGA
Miquel Ortega lleva en la inicial de su nombre sus tres señas de identidad: Música, Magia y Mediterráneo. Este mar le ha visto nacer en Barcelona y en su orilla de Málaga descansa entre actuación y actuación, donde deja perplejos a sus más íntimos con números de naipes. Director de orquesta, compositor y pianista, confiesa que lo que más le gusta es crear. Su último As en la manga es “La casa de Bernarda Alba”, el clásico de Lorca que ha convertido en la primera ópera en español que se ha hecho de este drama. Una obra para orquesta de cámara que verá la luz en noviembre sobre las tablas del Teatro de la Zarzuela y que contará con la reciente Premio Nacional de Teatro, Julieta Serrano, entre otras sorpresas. Antes de este estreno hemos charlado con él mientras veíamos atardecer desde el moderno puerto malagueño.
Estamos al inicio de una nueva temporada, ¿cómo se presenta?
Estoy muy ilusionado porque voy a desarrollarme en mis tres facetas: como director de orquesta, compositor y pianista.
Es un reto, ¿es perfeccionista?
Lo intento, es algo inherente a mí. Aunque estudié chelo y piano, este último es mi instrumento. Lo utilizo para estudiar, componer y acompañar. Además, he tenido la suerte de hacerlo desde joven con cantantes de la talla de Josep Carreras o Monserrat Caballé. Después, con los años, la dirección de orquesta es lo que más ha acaparado mi agenda.
¿Con qué traje se siente más cómodo?
Confieso que con el de compositor. Parafraseando a Bernstein, mi gran ídolo, “soy un compositor que dirige”. He compuesto desde que empecé a estudiar música, siguiendo el consejo de mis mentores en el Liceu: “ensucia mucho papel para encontrar una voz”, y lo hice desde los 12 años.
Como decía Lorca, “si me encuentran las musas que sea trabajando”.
Por supuesto. Hay que tomarlo como un trabajo. No se puede esperar la inspiración. Más cuando hay una fecha para estrenar. El año pasado el Teatro Nacional de Cataluña me encargó “Après mois le déluge” entre diversos compromisos y para ello tuve que organizarme para escribir en los huecos libres entre actuación y actuación. Aunque sea flexible, es un trabajo, y con suerte escribes un minuto limpio de música al día. Solo cuando te tocan las musas puedes componer 10 minutos, pero eso es algo excepcional. Al igual que decía Falla “yo espero la inspiración de rodillas”.
Sin dejar de trabajar, ahora vuelve a “La casa de Bernarda Alba”. ¿Por qué recupera esta ópera tras muchos años?
Porque me ha rondado toda la vida, desde la adolescencia. Soy muy lorquiano, he musicado 16 poemas de Federico García Lorca y no serán los únicos. En este caso todo comenzó cuando compartí mi fascinación por “La casa de Bernarda Alba” a mi libretista de entonces, Julio Ramos, conocido artísticamente como Bruno Bruch. Actor de doblaje, artista de variedades, cantante y escritor, a quien desgraciadamente el sida se lo llevó con 35 años en la década de los 90, aunque antes dejó escrito este libreto que quiso firmar con su auténtico nombre al intuir su muerte.
¡Vaya drama!
Pues sí. Le convencí de este proyecto años antes de su enfermedad porque anteriormente ya musiqué otros libretos suyos como “El ahijado de la muerte” o “Absolución” de Oscar Wilde, pero nunca pudo escuchar el final de “La casa de Bernarda Alba” porque falleció cuando estaba empezando a componer el segundo acto. Guardo especialmente su carta, escrita (casi ciego) tras escuchar el primer acto en mi casa, donde explicaba que “me conocía tan bien que pasaba las páginas sin ver porque conocía mis gestos”.
Más allá del trabajo, ¿fue una gran amistad?
Sí. Nos conocimos en la temporada del Teatro Grec con “Il trovatore”, dirigido por Mario Gas y Juanjo Puigcorbé, donde cantaba mi mentor Vicente Sardinero y nosotros en el coro. Teníamos alrededor de los 18 años y eran los 80 de la Barcelona todavía bohemia, cuando me pidió que le pusiera música a sus libretos. Así, estrenamos “Sueño de Navidad” ("Somni de Nadal" en el original catalán).
Hasta que llegó “La casa de Bernarda Alba”.
Al principio no quería pero al final accedió y cuando se estrenó, primero en Rumanía en 2007 y dos años después en España, la crítica destacó que el libreto era muy operístico respetando la esencia de Lorca. Fue un momento muy emotivo para mí porque se lo debía. Hubo un antes y un después en mi carrera gracias a esta obra. En 1991 yo era maestro repetidor al piano a tiempo completo en la temporada de ópera del Teatro de la Zarzuela en Madrid y empecé a componerla en mis ratos libres, pero cuando en 1994 me nombraron director titular de la Orquesta de Pamplona ya no tenía tanto tiempo. Previendo que me costaría acabarla, hice un plan de trabajo con los motivos más importantes para seguir desarrollándola hasta finalizarla en 1999. Ocho años en los que estuve desbordado de trabajo y la guardé en un cajón. Hasta que el director escénico del Teatro de Santander, Román Calleja, se interesó por ella ofreciéndome la oportunidad de estrenarla en Rumanía con orquesta sinfónica.
Pero usted es muy fan de la orquestación para cámara y no la tenía preparada.
Así es, la había orquestado para grupo de cámara hasta casi el final del primer acto y volví a empezar. En esta ocasión para una orquesta sinfónica no muy grande con maderas y metales a dos, sin tuba, una percusión muy nutrida y cuerdas. En total más de 50 profesores que la estrenaron en Brasov (Rumanía) y en los Festivales Internacionales de Santander y Peralada (España).
Sin embargo, su próxima “Bernarda” es para cámara.
Gracias a Rubén Fernández Aguirre, uno de mis principales valedores, quien difunde mi obra vocal para coro y piano, al igual que Tito García González y otros. En 2016 me pidió un obra de cámara para dirigir desde el piano y si podía ser “La casa de Bernarda Alba”. Entonces recuperé la primera versión y terminé la orquestación para 14 músicos.
Ópera que vamos a ver próximamente en la Zarzuela. ¿Por qué aquí?
En un primer momento se iba a estrenar en el Teatro Español. Hasta que llegó la notica a oídos de Daniel Bianco, director del Teatro de la Zarzuela, quien se ofreció como anfitrión del estreno. Algo que le agradezco personalmente, ya que la Zarzuela es como mi teatro, quizá uno de los que siento más cercano por los muchos años que he trabajado en él y darme la oportunidad de debutar como director.
¿Con esta obra vuelve a sus inicios?
Sí, porque regreso a la idea original, aunque esta “Bernarda” es más descarnada e incluso transgresora. No cambia la música, solo hay dos voces que no se corresponden exactamente con las que yo concebí para que resulten más cómodas a las intérpretes. Al igual que se hizo con “Carmen”, con una voz para soprano y otra para mezzo según la solista.
¿Y quiénes llevan esas dos voces cantantes?
Bernarda y Poncia. Además, ésta última la interpretará un hombre vestido de mujeres entre un elenco femenino, según una sugerencia que me hizo Bianco. Un reto que me sedujo desde el primer momento porque Poncia nunca ha sido representada por un hombre, sin embargo Bernarda sí. Por eso he vestido a Poncia con la voz de contralto o barítono.
Un hombre en un universo de mujeres, ¿es un experimento?
No. Es una propuesta muy interesante. Bianco es muy teatral, un gran escenógrafo, con un profundo conocimiento del teatro lírico y de prosa, y se trata de una inspiración suya a la que no pude resistirme. Hay muchas combinaciones posibles que quizá con el tiempo se hagan. Raquel Pierotti la estrenó como mezzosoprano en la versión original y lo cantó todo porque tiene unos graves fantásticos; mientras que Nancy Fabiola Herrera, que también será Bernarda, agradece los cambios por si alguna frase le queda muy grave.
¿El compositor debe adaptarse a la voz de los intérpretes?
Es lo ideal. Mozart, Bellini o Donizetti solían hacerlo. Me fascina la relación que había entre intérprete y compositor. Ahora en la música contemporánea no se cambia nada, pero creo que sí se puede hacer si es un detalle que no modifica el concepto. Recibo de buen grado cualquier sugerencia de los cantantes si no se sienten cómodos con su interpretación, siempre que lo veamos juntos. Aunque por mi experiencia en canto suelen ser pocos los cambios y todos nos enriquecemos.
Aún no hemos hablado de su fascinación por Verdi…
Él no transigía con los cantantes porque sabía que lo que escribía se podía hacer. Yo distingo si el cambio es por pereza o por complicación. De hecho, en ocasiones, he hecho cambios en la misma obra para distintas producciones por mi propia iniciativa, como hice en “El guardián de los cuentos”.
¿Cuánto tiempo ha invertido en esta nueva “Bernarda”?
De enero a marzo de este año. Han sido tres meses intensos de readaptación porque cambié algunos instrumentos. Por ejemplo en esta no hay trombón, y casi lo reescribí todo con la partitura delante; aunque me han servido muchas ideas de la versión sinfónica respecto a orquestación y timbres.
¿Entonces es cuando se enriquece la obra?
Sí, una obra de arte nunca se termina. Por ejemplo, Mahler no paraban de retocar hasta el estreno.
¿Hay que ser transgresor y llamar la atención del público?
Sí, en su justa medida, porque creo en los preceptos clásicos. El arte puede permitir todo. Pero no soy muy transgresor a la hora de escribir porque creo que la música todavía puede seguir siendo melódica, con tonalidad. No soy solo yo, hay muchos músicos que creen que se puede volver a la senda de la tonalidad. En “La casa de Bernarda Alba” en momentos dramáticos empleo la atonalidad y en los líricos la tonalidad. No soy muy transgresor porque creo en los preceptos clásicos.
¿El papel de Poncia puede ser un hombre?
Es otro tipo de transgresión, una propuesta escénica de Daniel Bianco que acepté desde el primer momento porque me gustó. ¿Por qué no? Una forma de sentir en femenino dentro de un cuerpo masculino. Además es muy actual, ahora que las relaciones de género y la homosexualidad ya no es un tabú como en la Andalucía de Lorca. De ello se encargará Luis Cansino, un barítono que va a hacer un gran papel. Sin embargo, en otra producción podría hacerlo una mujer.
¿Cuándo empiezan los ensayos?
A primeros de octubre. Tendremos más de un mes de ensayos, para supervisarlo todo junto a Rubén Fernández. Será un reto pero confío mucho en él y sé que dirigirá desde el piano con mucha sensibilidad.
¿Y el estreno?
El 10 de noviembre.
¿Será un reto permanecer entre el público?
Me encantará. Es algo que he podido disfrutar muy pocas veces y es una sensación distinta, aunque también se sufre porque quisiera estar en el escenario… pero me gusta ver mi obra desde fuera y escuchar entre el público.
Hablamos de una ópera sobre un clásico de nuestro tiempo, ¿supone un acercamiento de este género a otros públicos a través del teatro de Lorca?
Es una oportunidad para acercar la ópera a quienes hayan visto la obra en teatro, pero con otro lenguaje y otra puesta en escena. Esto pasó cuando se estrenó en España en 2009 con orquesta sinfónica. Gran parte del público venía del mundo del teatro y se interesó por el género. Siempre he defendido el hacer óperas con argumentos sólidos, porque hay óperas y zarzuelas que se sostienen sólo por la música y no por el libreto. Pero cuando un Shakespeare se lleva a la ópera (como hizo Verdi en varias ocasiones) la trama ayuda a la música porque motiva al compositor y, para mí, esas son las más interesantes. Otro ejemplo es “Salomé” de Strauss sobre la obra de Oscar Wilde. Es entonces cuando se alcanza la “obra de arte total” como decía Wagner. De ahí mi fascinación con este montaje aunque después descubrí que ya había once versiones en ópera.
¿Cómo es posible que no seamos profetas en nuestra tierra?
Me enteré cuando me lo dijeron los herederos de Lorca. Creo recordar que la mía es la adaptación operística número 12 de “La casa de Bernarda Alba” y la primera en español, aunque el libreto de Julio Ramos es muy fiel al original.
Sin duda es un texto muy actual y reivindicativo, en un año como éste denominado por muchos como “de la mujer”.
Desde luego, se aborda el sentir femenino y la represión en una Andalucía profunda, donde se plasma la violencia doméstica tanto psicológica como física (en este caso de madre a hijas) en una sociedad patriarcal y represora. Está inspirado en una noticia que Lorca leyó en la prensa. Es una obra total y por eso se ha traducido a todos los idiomas.
¿Cómo arranca, si se puede desvelar?
Ramos sólo elimina dos escenas, aunque quedan representadas. Una es la primera escena del inicio y otra es la primera escena del tercer acto. De manera que comienza con el canto de la criada invocando al padre muerto, Antonio María Benavides.
¿Cuál es su aria favorita en este proyecto?
No hay arias como tales, pero sí he compuesto solos para el lucimiento de los personajes. Destaco el de Martirio en el primer acto y el de Adela en el segundo, aunque esté enclavado en un dúo con Poncia. Son dos momentos con mucha fuerza. También me gusta el de los hombres cuando llegan del trabajo, donde utilizo una danza de panaderos con pinceladas del tresillo popular español y el cajón flamenco, sin abusar de andalucismos para que sea una obra más universal.
¿Y dónde está Pepe el Romano?
Tiene muchísima importancia aunque no esté presente. Fue uno de los primeros motivos que compuse para darle unidad a la obra. Le represento con carácter jazzístico, porque es la sensualidad que provoca en las mujeres jóvenes de la casa, especialmente en Angustias, Martirio y Adela, que giran alrededor de él.
Sin embargo, en el centro está Bernarda eclipsándolo todo
Es un papel muy duro. Es una protagonista que no se luce tanto como Martirio o Adela. En ella recae la crueldad, la frialdad y todo el peso inquietante de la casa. Por eso la obra comienza con ella siendo atonal y descriptiva, cercana a Bernstein, Shostakóvich o Montsalvatge. Pero no renuncio a la tonalidad y la melodía en momentos alegres y amorosos relacionados con “el Romano”, para poder crear todo un universo sonoro.
Conoce a Mario Gas, quien también ha puesto en escena óperas y nunca ha ocultado su pasión por Lorca. ¿Le gustaría que viera este montaje?
Espero que pueda venir al estreno, porque la directora de escena es Bárbara Lluc, hija de Nuria Espert, y somos amigos de juventud. De hecho su ex pareja, Vicky Peña, fue mi primera María Josefa, el único personaje que habla recitando sobre la música tal y como concibió Julio Ramos. Curiosamente, en la versión operística alemana de Aribert Reimann, que es posterior a la mía, también Josefa es una actriz en vez de una cantante. Papel que en esta ocasión correrá a cargo de Julieta Serrano, último Premio Nacional de Teatro. Para mí es un honor contar con ella, un actriz a la que siempre he admirado profundamente por su trabajo en teatro y cine. Además se da la feliz circunstancia de que ambos nacimos en el mismo barrio de Barcelona, el Poble Sec, barrio también de Serrat.
¿Le gustaría trabajar con Mario Gas?
Indudablemente, aunque ya he trabajado con él en diversas ocasiones y siempre ha sido un placer. Pero ahora mi ilusión es regresar a la Zarzuela que es como mi casa. En su camerino de director escribí los primeros acordes de “La casa de Bernarda Alba”, también los primeros veinte minutos de “Après mois le déluge” o “Nueve gacelas por el Monte Líbano”. Es un lugar inspirador y le tengo mucho cariño. ¡Hasta mi hijo pequeño empezó a andar aquí!
Además de este proyecto, ¿cómo se perfila la temporada?
Ilusionante y dirigiendo mucho. Con obras nuevas para mí como la opereta “Luna de Miel en El Cairo” de Francisco Alonso con una producción de Emilio Sagi; después una versión de “El dúo de la africana” de Els Comediants; la gran responsabilidad de hacer “El Pirata” de Bellini en su Teatro de Catania; “Carmen” de Bizet en el Auditorio Nacional, donde también conduciré un concierto de Navidad con un repertorio de zarzuela; volveré a dirigir la OBC y estrenaré mi pieza sinfónica “Suite de danzas iberoamericanas” en un extenso programa junto al pianista Tito García González. Además, estreno como solista mi última obra para piano “Preludio, canción y danza” bajo la dirección de mi admirado Miguel Romea, entre otras cosas como mis Master Class de ópera y los cursos para la Fundación Princesa de Asturias. Asimismo, espero seguir componiendo.