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ENTREVISTA A MIGUEL DEL CASTILLO GARCÍA-PABLOS, COMPOSITOR Y DIRECTOR DE LA CORAL ITER

 

Por Gema Moreno / 18 MARZO 2019

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“EN EL RÉQUIEM HAY ALGO UNIVERSAL QUE A TODOS NOS UNE”

 

El sábado 23 de marzo, a las 19,30 horas, la Casa de la Comunidad Valenciana de Madrid acoge un nuevo concierto del Ciclo de la Asociación Proyecto Iberian. En esta ocasión todo el protagonismo lo tendrá la Coral Iter que interpretará el “Réquiem” compuesto por su director, Miguel del Castillo García-Pablos, en su versión para piano que acompañará Tito García González. Una oportunidad para disfrutar de una obra que el autor escribió a la muerte de su madre y que ha supuesto un punto de inflexión en su carrera. 

 

¿Cómo alguien con treinta y tantos años se enfrenta a un “Réquiem”, obra que han compuesto grandes desde Mozart hasta Fauré?

 

La palabra réquiem no tiene que asustar. Es un texto maravilloso, tan sugerente y lleno de imágenes que se lo dediqué a mi madre. Ella falleció en 2006 cuando acababa de formar el coro y empecé a componerlo para cantarlo “a capella”, aunque después se fue completando y orquestando. 

 

¿La música es reflejo de nuestras experiencias?

 

En este caso sí, a partir de la muerte de mi madre. Un réquiem, además de servir como referencia litúrgica o como concierto, para mí es un proceso espiritual. Mi fe se convierte en mi música. Hay mucha meditación detrás de cada nota escrita. Aunque en ocasiones es un texto tremendista siempre tiene un punto de esperanza y de perdón. Es interesante ver como unas piezas reflejan la paz, otras el anhelo de Dios, pero en todas aparece el perdón y la esperanza. A parte de lo melódico o hermoso que pueda ser, en el “Requiem” hay algo universal que a todos nos une porque encierra verdad. 

 

Hablando de unir, también lo has abierto a otros coros para cantarlo en conciertos participativos.

 

Es curioso ver como una obra que nace a solas en mi habitación, en un mundo interior que yo creo, al final se interpreta con un montón de gente. Lo mejor es que se genera una conexión previa musical a la interpretación, también mística, desde donde proyectas el sonido. Es como si conocieras a la gente antes de cantar con ella, porque ya sabes cómo se van a sentir cantando.  Es una experiencia muy profunda, más allá de lo técnico, por lo que es un proyecto lleno de ilusión hasta que se estrenó por primera vez en 2013 con la Orquesta de Chamartín y más de cien cantantes. Además, es muy agradecido porque tanto a público como intérpretes les gusta escuchar obras nuevas. 

 

Por eso, con tu coral ITER siempre que podéis lo volvéis a cantar. Incluso lo abrís a más participantes, como en los próximos dos conciertos los sábados 23 de marzo y 6 de abril en Madrid.

 

Así es. El primer concierto será a las 19,30 horas en la Casa de la Comunidad de Valencia, dentro del Ciclo API, en el ofreceremos una versión más íntima en la que nos acompañará al piano Tito García González; mientras que el siguiente será un concierto participativo y solidario con orquesta para Manos Unidad en la Iglesia de los Sacramentinos, a las 21,00 h. 

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Cómo ves en la actualidad la generación de compositores españoles jóvenes que tienen que hacerse un hueco para dar a conocer su música.

 

Creo que hay mucho talento y mucha gente que hace música, pero no se conocen. Tiene que ver con el miedo a programar cosas nuevas. Una de mis prioridades es renovar el repertorio y difundirlo. Se da la paradoja de que la gente quiere cantar cosas nuevas aunque no las conozca. Por eso intento presentar algo nuevo siempre que puedo con mi coro. Además, las redes ayudan y hay un movimiento creciente de corales, un interés por el canto y la actividad  coral; sin embargo, el repertorio es muy conocido en la mayoría de los casos.

 

¿A qué factor crees que se debe esta “moda”?

 

Los beneficios de la música son un hecho. La posibilidad de desconectar del estrés diario a través del canto, con una actividad en grupo que nos ayuda a relajarnos y conocer a otras personas, me invita a pensar en la relación directa entre nivel de crisis y necesidad de “desfogar”. El canto es lo más personal que tenemos, lo más intimo, nace dentro de nosotros y está ligado a nuestros sentimientos y emociones. El hecho de cantar une a la gente, además no se necesitan grandes conocimientos para hacerlo, aunque lo más bonito son los lazos que se crean a través de él. Por eso mi “Requiem” huye de artificios porque lo que quiero es que sea accesible para se pueda cantar fácilmente.

 

Recuerdo el estreno de una obra suya dedicada al Quijote conmemorativa del año de Cervantes con cantantes enfrentados en los palcos del Auditorio Nacional. El público se puso en pie para aplaudirle. Está claro que cuando ve algo que le conmueve reacciona.

 

Lo recuerdo, fue muy especial porque fue mi estreno allí. Aquella obra fue un regalo para los cantantes por su confianza en mí, pero finalmente ellos fueron los que me hicieron el regalo. No emociona tanto la cuestión musical como las personas, el hecho de que están ahí dándote algo. Hay que pensar siempre en el público. Yo hago la música que me gusta oír y la que a los demás gusta. Creo que hay que volver no tanto a lo sencillo como a lo accesible, dentro de las complejidades o novedades con las que un compositor quiera innovar, porque al final escribimos para la gente no para uno solo.

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¿Proyectos en mente?

 

Quiero hacer una oratorio de Navidad y obras pequeñas para trabajar en coro. Hay que tener mucho cuidado porque los grandes proyectos requieren de mucho esfuerzo y dinero, y a menudo olvidamos el placer de las pequeñas cosas. 

 

¿En el sentimiento espiritual encuentras un camino para comunicarte?

 

Creo que la música nos conecta con Dios, entendido como algo que nos relaciona con nuestros orígenes. Crear obras que conecten con lo más profundo de nuestra esencia nos completa, por lo que encuentro mi inspiración en textos litúrgicos, también escritos en español. Tengo mucha música sacra en castellano y creo que es una manera de ofrecer obras nuevas. También estoy poniendo música a poemas de Pablo Neruda, Bécquer e incluso de mi padre, Norberto del Castillo, porque la belleza está en todas partes y la poesía es música también. 

Ensayas en un colegio, te dedicas a la docencia, ¿la música debería ser una asignatura obligatoria desde la infancia?

 

La música debería estar más presente en los colegios. La buena música transforma a las personas. Si vas a un concierto y sales igual que entraste es algo frustrante, pero si te ha tocado el corazón sales transformado. Si el mundo escuchara más a Mahler tendríamos otra sensibilidad y sería distinto. Por eso educar desde la infancia es fundamental, desde los valores sociales de compartir hasta la comprensión de las matemáticas. Además, el primer sonido que escucha un bebé es el latido de su corazón y la voz de su madre, de manera que la música está presente desde que nacemos y tiene un gran poder terapéutico, por ejemplo en casos de autismo, alzheimer, etc. Se la debería prestar más atención por sus infinitas derivadas. 

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