ENTREVISTA A TITO GARCÍA GONZÁLEZ,
PIANISTA Y COMPOSITOR
Gema Moreno / 28 MARZO 2022
Fotos de José Cabrerizo
“LAS COSAS NO VIENEN SOLAS SINO CON TRABAJO Y DEVOCIÓN”
Las “marionetas” musicales de Tito García González vuelven a cobrar vida. El
creador del Proyecto Iberian, presenta su proyecto más personal hasta la fecha: The Puppet Circus (El circo de marionetas). Un recital donde el pianista realizará composiciones en tiempo real partir de notas musicales elegidas por el público. Una idea que nació hace 23 años en Alemania, cuando casualmente tuvo que improvisar en los Piano-Bar de Bremen, donde trabajaba en su época de estudiante. El concierto tendrá lugar el próximo sábado 5 de marzo, a las 20:00 horas, en la Casa de la Comunitat Valenciana (Madrid).
¿Qué es The Puppet Circus?
Un sueño hecho realidad. Desde niño me ha gustado el mundo del circo, la ilusión, la magia, las marionetas y todo lo que rodea ese universo. Hace nueve años compuse mi primera obra para piano y orquesta que precisamente se titulaba La Marioneta de Merlín. Contiene una cadencia “ad libitum”, donde se da opción al intérprete de improvisar, si así lo desea, a partir de los temas principales de la pieza. Está basada en una historia que inventé: una marioneta de trapo del mago Merlín cobra vida al caerle unas gotas de poción mágica y empieza a sentirse libre, haciendo todo tipo de piruetas, saltos y juegos, hasta que termina el efecto.
Toda una metáfora.
Sí, una manera de describir el encorsetamiento que podemos llegar a sentir los músicos a veces, con la permanente obligación de ceñirnos a las indicaciones de una partitura. Pero, cuando se presenta la ocasión y nos lo permiten, nos podemos liberar de las cuerdas y el pentagrama, y entonces la música empieza a fluir en su estado más puro.
Y banda sonora para un cortometraje.
Sí. Al poco tiempo de terminar la composición, pudimos hacer un doble estreno de la obra, primero en el Auditorio Nacional de Madrid con la Orquesta Sinfónica Neotonarte, y después en el Teatro Salón de Cervantes de Alcalá de Henares, con la Orquesta Ciudad de Alcalá. Además, en la segunda ocasión sincronizamos la música en un cortometraje que realizamos con las marionetas de Miguel y Antonio Pino, dos grandes titiriteros malagueños, muy conocidos entre el público infantil de toda España. Fue una experiencia entrañable difícil de olvidar.
Idea que después se transformó en The Puppet Circus.
En realidad, la idea me vino a la cabeza en Alemania cuando estudiaba a finales de los 90. En cierta ocasión, tuve que improvisar durante tres horas porque se me olvidaron las partituras de Cole Porter, George Gerswhin y Jerome Kern, entre otros, que debía tocar en el Piano Bar del Hotel Marriot de Bremen donde trabajaba para poder pagarme los estudios. A las pocas horas de aquello tuve la visión de un grupo de marionetas que bailaban a su antojo sin que nadie les manipulara, dentro de un circo multicolor, bajo la carpa de franjas rojas y blancas. Imagínate, ¡una “rallada” total! A partir de entonces empecé a grabar todas mis improvisaciones regularmente casi de manera obsesiva. Las conservo todas; ¡darían para diez discos!, pero son grabaciones caseras, no publicables.
¿Y qué pasó después?
Desde entonces, siempre rumié la idea de hacer algo diferente en mis conciertos, y años más tarde, comencé a experimentarlo en las propinas de mis recitales, donde, en lugar de tocar otra obra o repetir alguna del programa, pedía tres notas al azar, y realizaba una composición en tiempo real. La última vez que lo hice fue en la presentación que tuvimos del Proyecto Iberian en el Carnegie Hall de Nueva York en 2016, y desde entonces no había vuelto a pensar en ello, hasta este año 2022 en el que surgió la ocasión. The Puppet Circus creo que es la única vía de escape que tengo para sentirme totalmente libre ante la música y frente al público, por eso lo concibo como un único concierto. Lo realmente mágico de este proyecto es que ni la audiencia ni yo sabemos lo que va a sonar, lo que me parece muy interesante desde el punto de vista de la creación artística.
Pero si es a partir de tres notas elegidas por el público no te sentirás totalmente libre, puesto que partes de algo.
Efectivamente, así es, pero el motivo de hacerlo bajo la premisa de las tres notas, es para demostrar al público que lo que voy a tocar no me lo he estudiado previamente, y me obliga a inventármelo a partir de su elección. Habrá ciertos momentos donde realizaré improvisaciones totalmente libres, como al inicio, que será como una especie de calentamiento, y en algunas transiciones entre pieza y pieza, pero la estructura general del concierto será de música inventada “in situ” a partir de las notas musicales sacadas de la escala cromática, elegidas de tres en tres por el público y combinadas entre sí. Llevo mucho tiempo ensayándolo, y confío en que le gustará a la audiencia. Hace poco me llamaron de Radio Clásica de RNE para hacerlo en directo, donde los oyentes entonaban tres notas y me inventaba algo sobre la marcha. Según la reacción de los presentadores del programa, Martín Llade y Clara Corrales, y de los mensajes posteriores de los oyentes, ¡parece que quedó muy bien!
¿Cómo etiquetarías o definirías la música que surge de estas composiciones en tiempo real?
Te diría que en general no me gusta etiquetar la música que compongo o que improviso. Es decir, lo que surja de este concierto será la consecuencia de todo lo que he ido asimilando a través de toda mi vida. Yo creo que es música inclasificable, porque he bebido y sigo bebiendo de todas las fuentes posibles: pop, rock, flamenco, música de cine, jazz, música clásica y música actual o contemporánea, etc.
¿Este proyecto surge porque estamos en un momento difícil para la música clásica y quieres atraer la atención del público o por algún otro motivo?
En general creo que estamos en un momento muy difícil y complicado para las artes en general en sus formatos más pequeños. Los músicos “clásicos” hacemos todo lo posible para acércanos al público y generar nuevas audiencias, pero no siempre funciona, ya que tenemos muy poca visibilidad en los medios generalistas, a los que les interesan promocionar otra clase de proyectos más comerciales que generan más dinero porque se presentan en espacios mucho más grandes. A veces sueño que estoy tocando mi música en un estadio de fútbol, ahí yo solo, con mi piano y nada más (risas). Por otra parte, en cuanto al repertorio universal, estoy seguro de que se seguirá tocando, pero percibo cierta desgana en el público de escuchar siempre lo mismo una y otra vez. En el ámbito de la música clásica, la música seria, la música académica o como se quiera definir… para mí lo ideal es poder compaginar mi faceta de compositor e intérprete de mis propias obras. En los últimos años me he ido labrando poco a poco este camino y creo que está funcionando porque me están llegando encargos interesantes.
¿Nos puedes hablar de estos encargos?
El año pasado pasado, por ejemplo, me pidieron componer una pieza para conmemorar el V centenario de la primera vuelta al mundo completada por J. S. Elcano, titulada Gea Primus Circumdedisti me, que estrené en el Ciclo de Música de Cámara del Museo Picasso de Málaga, y este año he compuesto otras cuatro piezas más que las he aglutinado en una Fantasía-Sonata de cinco movimientos. Las estrenaré esta primavera en la Sala Unicaja de Conciertos María Cristina, y en la Real Academia de Bellas Artes de Madrid junto con dos sonatas de Beethoven, que es un compositor que casi siempre me acompaña en mis conciertos. Ahora acabo de recibir dos encargos para el próximo año, uno de la Sociedad Filarmónica de Málaga para conmemorar el 50 aniversario de la muerte de Picasso, con una obra para violonchelo y piano que estrenaría yo mismo con Iván Torres; y un concierto para piano y orquesta en el 150 aniversario del nacimiento de Rachaminov, que estrenaría también yo mismo con la Orquesta Sinfónica Ciudad de Alcalá en el Teatro Salón Cervantes de la ciudad.
¿Y para cuándo tu próximo disco?
El concierto del próximo sábado, The Puppet Circus, lo voy a grabar. Si sale todo bien, mi intención es publicarlo como álbum en vivo. Aún no he hablado con ninguna discográfica al respecto, pero lo más probable es que lo publique directamente en las plataformas digitales, como hice con el anterior, Retro-Garde, que son una selección de 22 improvisaciones que grabé hace doce años. Las tenía olvidadas hasta que la gran compositora argentina Claudia Montero me alentó y me animó a publicarlas cuando le enseñé mi trabajo. Por otra parte, hemos conseguido un patrocinador, y estamos cerrando el contrato con una productora de Estados Unidos, donde publicaré una integral de mis composiciones escritas para Piano Solo, pero todavía no puedo hablar de ello. Tenemos previsto grabarlo en Madrid y en Estados Unidos se hará la masterización. Si todo va bien será mi primera producción discográfica internacional.
¿Y en qué consistirá este trabajo?
Me gustaría grabar, entre otras obras, mi Fantasía-Sonata nº 1 que, como he dicho antes, he completado este año para conmemorar el V centenario de la primera vuelta al mundo. En el primer movimiento, titulado La Trinidad, que es como se llamaba el barco de Magallanes, realizaría una única improvisación a partir de tres notas, Si bemol-Fa- La bemol. De todas las tomas grabadas, elegiríamos la que más nos guste. Como ocurría con La Marioneta de Merlín, el futuro intérprete de este primer movimiento podrá elegir si improvisa o no, a partir del esquema de escalas y acordes que contiene la partitura. El segundo movimiento se titula Salve Regina, dedicada a Claudia Montero que desgraciadamente falleció hace un año, y me alentó mucho durante la primera ola de la pandemia con mi disco Retro-Garde; a continuación, O Rei, que la compuse el otoño pasado dedicada como regalo de cumpleaños a uno de los artistas a los que más admiro y que también me está apoyando este último año, Chucho Valdés. La obra se completa con el cuarto movimiento, Moon y el quinto, Gea Primus Circumdedisti me. Completarían el disco otras piezas que he estrenado en los últimos seis años, como Guernica que estrené en la Philharmonie de Berlín en 2017 y no llegué a grabarla en estudio, PostLudio a Ludwig compuesta para el año Beethoven 2020, y Remembering Bernstein, que fue con la que debuté en el Carnegie hall.
Además de componer también escribes. Acabas de publicar la autobiografía “La verdad de ser músico” ¿Te has planteado una segunda parte?
¡Primero tendré que vivir más cosas para poder contarlas! No sé, quizás dentro de 40 años, si mi salud lo permite y llego a esa edad, me anime a escribirla.
¿Qué ha supuesto para ti este libro?
La experiencia de poder escribir acerca de mi vida desde mis primeros recuerdos musicales ha sido la mejor terapia durante los largos de meses de confinamiento. Además, se unió a la frustración por las cancelaciones de mis conciertos entre 2020 y 2021 entre España y Alemania, algunos de ellos muy importantes. Su redacción me ha permitido reordenar mis pensamientos, y hablar de mí sin tapujos ni complejos. Aunque sea un tópico, me esfuerzo en explicar que las cosas no vienen solas y que sólo se consiguen a base de trabajo, sacrificio, pasión y devoción por y para la música. La suerte también es importante, pero sin tener en cuenta todo lo anterior, ésta casi siempre se dispersa.
Exponerte ante el público siempre es un riesgo
Sí, lo asumo. Por ejemplo, en el libro hablo bastante de mi propio egocentrismo. No hay nada más egocéntrico que dar un concierto sin saber lo que se va a tocar. Algunos pensarán: ¿quién te has creído que eres? ¿Beethoven? En esto consiste básicamente The Puppets Circus. Diría que es el súmmum del egocentrismo, en el buen sentido de la palabra, porque creo todos somos egocéntricos, en mayor o menor medida. Podrá gustar o no, pero es mi decisión. Del ego también nace la valentía. Me quedo con la frase de Machado: “se hace camino al andar”.